Texto Andrés Birman

Hoy se cumplen 38 años del inicio de la guerra de Malvinas. Este es un informe de 2017, realizado por Andrés Birman, sobre la manera en que los medios nacionales se dirigían a la población durante el conflicto bélico.

En 1986, Diego Armando Maradona le convirtió dos goles a la selección inglesa de fútbol, en la Copa del Mundo disputada en México. Muchos sentimientos se cruzaron injustamente en aquel recordado partido. Había una herida abierta, cuyo puntapié inicial fue dado en campos de batalla, lejos del terreno de juego. Pero gran parte de la sociedad argentina vivió ese triunfo deportivo como una revancha, aunque no devolvió nada.
La rivalidad había comenzado por la disputa de una porción de tierra que, por ubicación, le pertenece a Argentina, pero que fue invadida y apropiada por las fuerzas británicas en 1833.
Cuatro años antes del Mundial de fútbol, aquella contienda escribió un nuevo y sangriento capítulo. El 2 de abril de 1982, debilitada, la dictadura encabezada por Leopoldo Galtieri ensayó un último manotazo de ahogado para permanecer en el poder. Las tropas argentinas, integradas por chicos con escasa preparación, llegaron a las Islas Malvinas para recuperarlas. Antes debían enfrentarse a la resistencia de una potencia militar.
Claro que la gesta del gobierno despertó gran nacionalismo, con un papel preponderante de los medios de comunicación. Durante buena parte del conflicto bélico, el pueblo argentino creyó que sus soldados estaban bien alimentados, provistos de abrigos y, sobre todo, ganando la guerra.
A mediados de junio, Galtieri dejaba la presidencia de la Nación y las tropas regresaban a Buenos Aires. La influencia sobre el territorio permanecía igual que antes, pero con una generación de argentinos mutilada.

Volviendo al plano deportivo y situándonos en 2020, suena – y lo es-  realmente exagerada la relación entre un hecho y otro. Pero, ya sea por la idiosincrasia del argentino o por otro motivo, sucedió. Tal vez, el siguiente fragmento de “Me van a tener que disculpar”, del escritor Eduardo Sacheri, pueda graficar cómo dos planos que nunca debieron tocarse se chocaron y se mezclaron de manera desmedida:

“La tarde arranca, en apariencia, como tantas otras. Una pelota y veintidós tipos. Y otros millones de tipos comiéndose los codos delante de la tele, en los puntos más distantes del planeta. Pero ojo, que esa tarde es distinta. No es un partido. Mejor dicho: no es sólo un partido. Hay algo más. Hay mucha rabia, y mucho dolor, y mucha frustración acumuladas en todos esos tipos que miran la tele. Son emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho más terrible, mucho más hostil, mucho más irrevocable. Pero a nosotros, a los de acá, no nos cabe otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, porque estamos solos, porque somos pobres. Pero ahí está la cancha, el fútbol, y son ellos o nosotros. Y si somos nosotros el dolor no va a desaparecer, ni la humillación ha de terminarse. Pero si son ellos. Ay, si son ellos. Si son ellos la humillación va a ser todavía más grande, más dolorosa, más intolerable”. 
  
Mientras se sucedían los combates, el pueblo creyó eso de “estamos ganando”. Será tarea de este trabajo analizar por qué esa idea era, efectivamente, creíble. Para eso, es clave estudiar el comportamiento de los medios de comunicación que ayudaron a generar ese sentimiento. En 1982 había muchas menos herramientas para informarse que en la actualidad. Por lo tanto, también era muy difícil tener acceso a las noticias difundidas en Inglaterra para conocer qué decía al mismo tiempo la prensa del otro lado de la contienda.
Este texto hará hincapié en las ediciones impresas del diario Clarín comprendidas entre abril y mediados de junio de 1982. También incorporará citas de otros periódicos para reforzar los conceptos. De aquí en más, las noticias erróneas y/o tendenciosas, los datos llamativos, la información brindada por enviados especiales y otros desarrollados durante la guerra de Malvinas.

Pautas sobre la información

El feriado del Día del Trabajador, Clarín incluyó en la sexta página las nuevas condiciones “que disponen el control de la información por razones de seguridad” con las que fueron notificados los medios masivos de comunicación “para el cumplimiento del acta de la Junta Militar”. El texto señalaba que “las agencias noticiosas y/o corresponsales acreditados en el país serán responsables del control de toda la información originada en el país o procedente del exterior que se transmita o retransmita al exterior o a corresponsales nacionales”. Entre las pautas, se recomendaba a los medios “evitar difundir información que produzca el pánico; aliente contra la unidad nacional; reste credibilidad y/o contradiga a la información oficial; socave la convicción respecto de los derechos argentinos; pueda generar disturbios sociales; tendenciosamente, procure afectar la relación con otros países; y/o procedente del exterior, apunte a facilitar el logro de los objetivos psicológicos del oponente”.

En cuanto al desarrollo estratégico de la guerra, marcaba que se debía evitar difundir cualquier noticia que “sin provenir de fuente oficial, se refiera a operaciones militares argentinas; proviniendo del exterior, exalte el poderío bélico británico y/o minimice el propio; originada en el exterior o en el país, mediante el empleo de material de archivo, simule operaciones del conflicto; sin previa autorización del Estado Mayor Conjunto, haga referencias a unidades militares, equipos y/o personal militar; permita conocer el pronóstico meteorológico del Atlántico sur”.

“Los soldados están muy bien abastecidos”
Clarín el 6 de junio afirmaba en su portada que “los británicos se pueden llevar una sorpresa”, a pesar de que pronto culminaría la guerra con resultado adverso para el gobierno argentino. El diario llevaba meses mostrando la supuesta capacidad y preparación del ejército y sus posibilidades de vencer a su par inglés. Para tal propósito, hasta se contó con un periodista establecido en Londres que se encargó de graficar el clima de incertidumbre y asombro por la potencia del enemigo con que se vivía el conflicto desde la ciudad europea.
Ese ejemplar, en la misma tónica, publicó en una de sus primeras páginas una entrevista con Carlos Cordero (representante de la jefatura IV Logística del Estado Mayor del Ejército) en la que se refería a las provisiones que los combatientes tenían en las islas. Afirmaba que “cada ración -diversificada en ocho menús distintos- independiente es entregada a los soldados, ya sea en un pozo de zorro, trinchera o cualquier otra posición avanzada del frente de lucha”. En la misma nota se cuenta que cada efectivo tenía desayuno, almuerzo, merienda y cena (que se podía calentar) y que las raciones pesaban casi dos kilos y medio, eran entregadas en cajas herméticas y podían tener, por ejemplo, “latas de macarrones con tuco, latas de carne en salsa, combustible sellado, calentador, fósforos, café con leche soluble, sachets de mermelada, barras de chocolate, pastillas, chicles, cigarrillos nacionales, vitaminas, una medida de whisky argentino, jugo de frutas en polvo, galletitas, jarro de plástico, papel higiénico y estampitas religiosas”. Además, aseguraba que las raciones se empacaban en Buenos Aires e incluían un volante dirigido a los héroes: “Los hombres y mujeres voluntarios de todas las edades que hemos embalado esta ración nos sentimos hermanados con ustedes en esta lucha por la justicia. Hasta la victoria final. ¡Viva la Patria!”.

También una emisión televisiva del noticiero “60 minutos” mostró cómo esas provisiones eran envasadas por la comunidad en el predio de la Sociedad Rural. Ante las cámaras, el general Gerardo Núñez, sonriente y demasiado optimista, expresaba: “A las mamás y a las novias de los soldados les puedo decir que ellos no sólo van a regresar, sino que lo harán con la bandera de la victoria. Yo soy el responsable de que no pasen frío ni hambre y si sufren alguna de las dos, ya saben que soy el culpable. Les puedo asegurar que tienen muchísimo abrigo y van a volver con algunos kilos de más, porque comen mejor que en casa” (1).
Finalmente, dos de las cuestiones que más se mencionan al recordar la guerra, son el hambre y el frío que los argentinos sufrieron en la zona de combate. Uno de los incontables testimonios que desmienten lo que se afirmaba en 1982 es el de Pablo de Benedetti (ex soldado) para Página/12, en la nota titulada “Frío y hambre en las islas” (2), que señala que Benedetti robó carne de un cordero que vio faenar a los oficiales, que la comió cruda y como castigo le ordenaron meterse en un pozo de zorro lleno de agua helada. Volvió de Malvinas sin poder caminar y le recetaron medicamentos para sus piernas por el resto de su vida.

Pocos días después del artículo inicial de 1982, Clarín publicó otro titulado “Pedido de los padres de los soldados”. Allí, se transcribía una solicitud de los familiares que exigían a todos los gobiernos del mundo “redoblar esfuerzos por el cese del fuego y a insistir por la solución del conflicto en la mesa de negociaciones de la ONU”.
Mientras los soldados estaban a la intemperie, los militares contaban en los medios que casi no corrían peligro. Para ellos, en las páginas de los diarios, la preocupación pasaba por el trato que los argentinos prisioneros podían recibir de parte de los británicos.

El General Gerardo Núñez, en el noticiero de ATC: “Los soldados van a volver con unos kilos de más”.

Optimismo en las autoridades y el enviado especial de Clarín en Londres
Desde el desembarco de las fuerzas argentinas para recuperar los territorios malvinenses, el periódico se encargó de expresar en sus páginas un sentimiento patriótico que hizo efecto en sus lectores. Aunque sería injusto no afirmar que todos los medios contribuyeron a que esto sucediera.
Como ya se mencionó, se hizo hincapié en la sorpresa que los ingleses se llevaron al ver la preparación del adversario y la incertidumbre que eso generaba en Europa. Clarín, cada día, con notas firmadas por el periodista François Lepot acercaba el clima con que se vivía el conflicto desde el viejo continente. El comunicador falleció en 2010, a los 86 años y se llamaba en realidad Enrique Oliva (3), pero sus textos se publicaban con un seudónimo. Durante aquellos años, se exilió en el viejo continente, perseguido por su militancia peronista.
En la mayoría de las crónicas se intenta graficar el cambio de sensaciones tanto en el gobierno como en la sociedad ingleses. De ellos se desprende un optimismo que iba menguando rápidamente y daba lugar a una situación de desconcierto general.
Resulta necesario aclarar que no existe seguridad acerca de que Oliva escribiera las líneas tal cual el medio las incluía en sus ediciones.
De todos modos, los siguientes son algunos de los títulos de los artículos escritos -desde Londres-  por Lepot, que se leían en Argentina durante el conflicto:

* “Londres, sorprendida”, del 12 de abril
* “Perdiendo la euforia”, del 21 de abril
* “Sorpresa por la resistencia argentina”, del 3 de mayo
* “Se acumulan los fracasos”, del 20 de mayo

Por su parte, La Razón contaba en sus páginas del 8 de abril que en Inglaterra había “temor” porque una “guerra con Argentina provocara miles de muertos”.

En el mismo sentido, el 19 de mayo, el General de Brigada en las islas, Mario Benjamín Menéndez deslizaba que “el enemigo conoce nuestra fuerza”.
Para el 20 de junio, con la guerra terminada, Lepot titulaba: “Tranquilidad en Londres”.
Mientras La Razón afirmaba que “la Casa Blanca se mantiene neutral”, Crónica insistía en que “los Piratas” usaban “misiles yanquis” y tituló el 5 de junio: “Yanquis mentirosos”. Pocos días más tarde, continuaba con el mismo tono que “el caradura de Reagan elogió a jóvenes combatientes piratas”.

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En los primeros días de abril, Galtieri, en Plaza de Mayo, aseguraba que “Argentina acepta el diálogo con el adversario” y que “hemos tomado la decisión de recuperar las islas sin tener en cuenta cálculo político alguno”.
Desde las páginas del diario, las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, buscaban minimizar la situación: “La tensión militar tiende a disminuir”. Otro día señalaba que “no será Argentina quien emprenda el camino bélico” y también se le atribuye la declaración: “La negociación, mejor que la guerra”. En junio llegó a afirmar que “pueden llevarse una sorpresa”. Al mismo tiempo, Margaret Tatcher confiaba que no se permitía pensar en un fracaso.
Pronto, este discurso cambiaría hacia uno diferente y, por momentos, bastante más proclive a una idea de un combate sostenido.
En mayo, sin nombres propios, se publicó que Argentina podía sostener una “guerra prolongada” más allá de junio, que era “la fecha límite considerada por los analistas militares británicos”. El argumento se basaba en que “los ingleses se han dado cuenta de que las tropas argentinas poseen también aviación naval” y La Razón contaba que “hay grandes posibilidades de una solución pacífica”. Mientras que Diario Popular también mostraba “la sorpresa” que “se llevaron los ingleses”.
El ministro de Defensa, Amadeo Frígoli, decía que nuestro país se encontraba en “una posición favorable, nos va muy bien”. El comandante de la Fuerza Aérea, Basilio Lami Dozo, declaraba: “La batalla va muy bien para nosotros y no tengo duda de que vamos a conseguir nuestros propósitos”. El optimismo del presidente argentino también se leía desde las páginas de Popular: “No levantaremos la bandera blanca”. A fin de mes, continuaba con ese tipo de mensaje al afirmar que “no necesitamos ayuda de otros países”.
En junio encontramos declaraciones del general Mario Benjamín Menéndez: “El enemigo será derrotado”. El 4 del mismo mes, el contraalmirante Roberto Benito Moya afirmaba que “el conflicto será muy largo”. En realidad, faltaba muy poco para que la guerra terminase.  Un día antes, Crónica informaba que “los británicos perdieron 2.300 hombres en combate”. Hasta la actualidad, ese país reconoció 255 bajas durante el conflicto.
El 1 de abril de 2013, la edición digital de La Capital reprudujo una entrevista con Daniel Castillo transmitida en Radio LT8, veterano rosarino. Al ser consultado por el número de caídos argentinos, dijo: “Se habla de quinientos muertos y es mentira. Nosotros hemos perdido más de tres mil soldados. Pero esto nunca lo dijeron porque la mayoría pertenecía a los pueblos originarios” (4).

Clases alusivas y cartas para informar al mundo
A comienzos de mayo, se inauguraron las “clases evocativas de la gesta histórica” (así las llamó Clarín) en las escuelas primarias dependientes de la Comuna metropolitana. “La maestra Irma Pundi de Acosta dictó una clase en homenaje a las Fuerzas Armadas, con la participación activa de los alumnos de séptimo grado”, se lee en la segunda página.  El objetivo era que los estudiantes conocieran “las razones en los planos jurídico, político e histórico que fundamentan nuestro derecho incuestionable sobre las islas australes”. Los niños hablaron con los docentes, además, sobre los “acontecimientos desarrollados en los últimos días”. Al finalizar el turno, el intendente de Buenos Aires, Guillermo del Cioppo anunció el recreo y les recordó a los presentes que “cada uno de nuestros soldados que se están jugando la vida por la Patria, no hace mucho tiempo, estuvieron ocupando un banco como ahora lo están haciendo ustedes a punto de finalizar su ciclo primario”.

El por entonces gobernador comunicaba que “se trata de un nuevo homenaje de la Ciudad de Buenos Aires a nuestros héroes que siguen luchando por la dignidad de la República Argentina”.
También se pronunció la Unión de Maestros Primarios mediante un comunicado que expresaba: “Durante largos años, educamos a nuestros alumnos en defensa de la soberanía nacional en las Islas Malvinas. Explicamos causas históricas, jurídicas, geográficas; hablamos con Luis Vernet de la ocupación injusta por parte del imperio inglés. Es lógico que dentro de nuestra alegría por la recuperación, después de 150 años de dominio inglés, haya también un lugar para la preocupación. Si durante todos estos años fuimos partidarios de las negociaciones y del acuerdo pacífico, no cabe duda que hoy más que nunca somos celosos defensores de la paz. Ha llegado la hora de la soberanía en el terreno de la democracia”.

En el aspecto educativo, La Prensa informó el 4 de abril que se inscribirían docentes argentinos para dar clases en las Islas Malvinas tras la ocupación.

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El 5 de junio de 1982, Clarín daba detalles de la campaña “Cartas al mundo”, que se desarrollaba en el Obelisco. La idea fue de la organización Nosotros, hombres libres y tenía como propósito “difundir en el exterior los antecedentes históricos y los fundamentos de la reivindicación argentina, a través de misivas dirigidas a ciudadanos europeos y estadounidenses”.
Las cartas fueron redactadas en castellano, inglés, francés, alemán e italiano. Según uno de los organizadores, Oscar Andón, la primera etapa del proyecto se tradujo en más de 100 mil escritos enviados a Nueva York y otras ciudades del mundo. También le contó al diario que esperaban, muy pronto, llegar al millón. La segunda etapa estaba orientada a París y Bonn, aunque dejaba en claro que cada ciudadano podría dirigir sus palabras con el texto que creyera conveniente a la parte del mundo que quisiera.
En la Plaza de la República se dispusieron alrededor de 20 mesas para esta tarea atendida por estudiantes de escuelas secundarias.

Hay algunas referencias al contenido de las misivas: “Marcos Luque, obrero portuario, envió sendas cartas a compañeros de los muelles de Lyon, en Francia y Francfort, en Alemania Occidental, instándolos a boicotear los envíos ingleses y norteamericanos por vía marítima”.
También el informe menciona a la hermana Marta, que escribió a religiosas y amigas chilenas y españolas, “para que sepan lo que pasa, porque en el extranjero no se informa adecuadamente”.

Más de un día de transmisión y nuevas donaciones para el Fondo Patriótico
El 9 de mayo, Clarín daba cuenta de lo sucedido en la televisión argentina el día anterior. El canal estatal (ATC) había transmitido durante 24 horas y media programas con el fin de nutrir el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas. Con la conducción permanente de Lidia “Pinky” Satragno y Norberto Palese (más conocido como Cacho Fontana), el desfile de gran cantidad de figuras pertenecientes a distintos sectores del quehacer nacional y el esfuerzo insomne  de todo el personal de la planta se logró reunir más de 22.000.000.000 de pesos” de la época.
La emisión fue un fin de semana, comenzando a las 20.30 del sábado y culminando a las 21 del domingo. El artículo remarca que los resultados superaron ampliamente las expectativas y que esta convocatoria popular “se convirtió en uno de los hechos colectivos más conmovedores de los que el país tenga memoria”. En las instalaciones de Figueroa Alcorta y Tagle se recibieron aportes espontáneos.
La nota resalta dos de los momentos más emotivos durante la transmisión: un jubilado que donó 100.000 pesos y se disculpó por no llevarlos personalmente, ya que vivía lejos del canal y un coronel médico que envió varias monedas de oro obtenidas en su carrera.
El artículo sostiene que “en estos actos de desprendimiento personal de objetos íntimos es donde la respuesta popular tocó más profundamente la sensibilidad de todos. Cientos de alhajas de las más diversas, incluyendo alianzas, armaron una pila resplandeciente de amor al país”.
En 2005, años luego, el mismo diario -en su versión web- afirmó que “la mayor colecta de la historia argentina se esfumó” y que la recaudación del Fondo Patriótico “fue transferida a cuentas bancarias de la Armada”, mientras que “el oro se fundió y se subastó”. También que “hubo personas que reclamaron la devolución de lo donado” y que “las bufandas terminaron en la basura” (5).

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Pocos días más tarde, se comunicó que la empresa Esso donó a la Cruz Roja dos mil millones de pesos, “suma que engrosará la colecta formada para la asistencia de afectados por el conflicto”. Por su parte, la Sociedad Rural de Bolívar realizaría el 22 del mes un remate especial de hacienda vacuna a beneficio del Fondo Patriótico. Además, la Asociación de Médicos Municipales envió a sus afiliados una circular instándolos a “reemplazar los medicamentos producidos por empresas cuyas casas matrices se encuentren en Gran Bretaña o Estados Unidos”. La Compañía Argentina de Constructores entregó un esterilizador de campaña para alta cirugía con destino a las Islas Malvinas.
A fines de mayo, se llevaban recaudados más de 300 mil millones de pesos.

El diario La Razón informaba el 3 de mayo que los extranjeros también se habían sensibilizado con la situación y que “150 norteamericanos residentes en el país ofrecieron su sangre para los soldados argentinos”.

El rock nacional y una de las páginas más discutidas de su historia
“La juventud argentina supo decir ´¡Gracias!´” tituló Clarín un día después lo sucedido en la cancha de rugby de Obras Sanitarias. Durante cuatro horas ininterrumpidas, bajo el lema “mucho rock por algo de paz” y ante aproximadamente 60 mil espectadores, se desarrolló el Festival de Solidaridad Americana, “en agradecimiento a los países que apoyan a la Argentina en su gestión recuperatoria de sus islas australes”.
En las páginas del 17 de mayo, el diario publicó su cobertura resaltando que “como nunca antes, los medios le abrieron sus puertas al rock argentino”. El evento fue transmitido en directo a través de las radios Rivadavia y Del Plata y por TV desde la pantalla de Canal 9. Participaron del mismo León Gieco, Raúl Porchetto, Charly García, David Lebón, Ricardo Soulé, Dulces 16, Pedro y Pablo, Luis Alberto Spinetta, Pappo, Litto Nebbia y Oscar Moro, entre otros, que compartieron escenario con Antonio Tarragó Ros y Rubén Rada. Además, otros de los propósitos fueron reclamar paz y reunir vituallas para los soldados.
Fue organizado por los principales productores de la época: Daniel Grinbank, Piti Irrunigarro, Oscar López y Alberto Ohanian. El club cedió las instalaciones sin percibir monto alguno por el alquiler y los músicos tampoco cobraron por sus participaciones. Mientras que al público se le pidió para ingresar una prenda de abrigo, cigarrillos o alimentos no perecederos para ser enviados a las islas.
Uno de los momentos más recordados de aquel día fue la versión de “Sólo le pido a Dios”, que Gieco compuso pocos años antes, cuando las dictaduras argentina y chilena casi llevan a ambos países a la guerra. El concierto terminó con una canción de Porchetto, “Algo de paz”.

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Con el paso de los años, muchos de los participantes hablaron acerca del festival y expusieron algunos detalles (6).
Raúl Porchetto aseguró: “Antes de subir, un Coronel con una 45 me dice: que no estaba para cantar ´Algo de paz´, y que si no entendía, me lo iba a hacer entender. Yo subí con un miedo bárbaro, pero al final la terminé cantando, y esa imagen dio la vuelta al mundo, 60 mil jóvenes cantando aquella canción. Por eso cuando alguien me dice que el Festival de la Solidaridad fue una colaboración, yo pienso: ´la ignorancia es atrevida´”. Además, reveló que la idea inicial era cobrar una entrada, pero que los músicos se opusieron. “No queríamos que, con ese dinero, se comprara ni una sola bala. Así fue que la entrada constó solo de frazadas, chocolates y otros insumos para los soldados. Cuando supimos que nada de lo que recaudamos llegó a Malvinas no nos sorprendimos, si se habían quedado con tantas vidas, ¿cómo no se iban a quedar con los chocolates?”, concluyó.

Por su parte, León Gieco, contó: “Me llamaron para cantar ´Sólo le pido a Dios´, un tema que los colimbas cantaban en las Malvinas y solamente por eso fui. Pero me sentí muy mal, es el único recuerdo que tengo. No me acuerdo de los detalles ni de los otros músicos, ni de la gente que fue. Solamente me acuerdo de una sensación horrible y de los pibes de 18 años. Cuando terminó la guerra y supe que la comida no les llegaba, que los torturaron por robar un poco de comida o que los chocolates que la gente donaba en Buenos Aires, aparecían en kioscos de Rosario confirmé todo lo que sospeché en ese momento. Me di cuenta que los militares argentinos no sirven para nada, ni siquiera para la guerra. Y que la única vez que consiguieron un triunfo, por así decirlo, fue cuando torturaron y mataron a los indefensos, a los que no tenían más armas que la palabra o las ideas: los desaparecidos”.

Por último, Charly García sentenció que no le gustaba participar, pero sentía el deber de formar parte “porque más allá de los milicos, los chicos que combatían eran reales y por ellos había que estar”.

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El festival de Obras Sanitarias dejó también la decisión de dos grupos que se negaron a formar parte: Los Violadores y Virus, referentes del punk y del pop argentinos, respectivamente. En 1994, el líder actual, Julio Moura (hermano del fallecido Federico) contó en el libro “Virus, una generación” (de Fernando Sánchez y y Daniel Riera) los motivos: “Creo que fue una propuesta a todos los grupos en general, que nosotros sentimos como muy desagradable. No tenía nada que ver con nada, de repente éramos enemigos de los Beatles. Se trató de hacernos creer que era para ayudar a la recuperación de las Malvinas, pero terminó siendo un fraude. Nosotros queríamos que se terminara la guerra, que no tenía sentido más allá de que creyéramos que las islas son argentinas. Mandar a los chicos allá y subirte a un escenario para especular, era horroroso… Lamentablemente, el momento no dio para decir todo esto porque si decías algo, te daban un palazo en la cabeza.
Era todo muy confuso: uno también pensaba que a lo mejor los chicos podían zafar y sacarlos a la mierda a los ingleses, y tampoco éramos tan conscientes como ahora de lo que pasaba. Lo mejor que pudo pasar es que se terminara la guerra. Pero entiendo que a más de uno le vino bien aquel festival porque no tocaba ni en la cocina de su casa y, cuando les ofrecieron tocar, se transformaron en los ‘héroes de Malvinas’”. Como respuesta, la banda oriunda de La Plata incluyó en su disco “Recrudece” (1982) una canción referida al festival que se tituló “El banquete”:

“Nos han invitado a un gran banquete. 
Habrá postre helado, nos darán sorbetes. 
Han sacrificado jóvenes terneros para preparar una cena oficial. 
Se ha autorizado un montón de dinero, pero prometen un menú magistral. 

Es un momento amable, bastante particular, 
sobre temas generales nos llaman a conversar. 

Los cocineros son muy conocidos, sus nuevas recetas nos van a ofrecer. 
El guiso parece algo recocido, alguien me comenta que es de antes de ayer. 
Pero ¡cuidado! Ahora los argentinos andamos muy delicados de los intestinos.”

En tierra enemiga
“El joven Derek William Rozee, nacido el 28 de abril de 1960 en Puerto Argentino, Islas Malvinas, recibió su cédula de identidad y pasaporte que lo acreditan como ciudadano argentino”, dijo Clarín el 29 de mayo en su página 25.
El artículo afirmaba que Rozee quería ingresar en la Policía Federal y que se sentía “muy satisfecho por la libertad e igualdad de derechos que existe en la Argentina”. También comentó: “Me siento un ciudadano más y no un kelper de segunda o tercera categoría, como nos tienen individualizados en Gran Bretaña”.

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Un mes atrás, el diario había entrevistado a Osvaldo Ardiles, jugador argentino de fútbol que se desempeñaba en Inglaterra, y afirmaba: “No creo que vuelva”. Además, remarcaba que “los ciudadanos ingleses descartan un enfrentamiento bélico con nuestro país”. También por aquellos días, La Prensa se hacía eco de la situación del futbolista.

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También en abril, se tituló: “Recomendaron a los residentes británicos abandonar la Argentina”. En la nota, se contaba que, a través de la BBC, el gobierno inglés aconsejaba a sus ciudadanos que se encontraban en nuestro país “regresar por los medios de transporte normales” y que para más información se comunicasen con la embajada de Suecia en Buenos Aires.

La visita del Papa Juan Pablo II
Si bien el tema se trataba en las páginas de Clarín desde fines del mes anterior, la visita del Santo Padre tomó mayor forma a comienzos de junio. Con el viaje muy cerca de suceder, tras la visita a Gran Bretaña, se informaba que, aunque Juan Pablo II vendría a Argentina, no viajaría a las islas. El Papa casi no tuvo contacto con las autoridades del país y el trato con ellas se limitó estrictamente “al trámite protocolar”.

El 11 de junio, el sumo pontífice piso suelo argentino. Los preparativos habían sido exhaustivos y minuciosos. “Un grupo de monjas, hermanas de la congregación Hijos de San José, prepararó un millón de hostias destinadas a la comunión en la misa que su Santidad celebrará en el Parque Tres de Febrero, en Palermo. Mientras que operarios de la Municipalidad de Buenos Aires finalizan los detalles de la monumental obra levantada a un costado del monumento a los españoles en la que estará ubicado el altar destinado al santo oficio, colocado a una altura tal que permitirá seguirlo a gran distancia”.
Ese mismo día, “tanto en los tramos metropolitanos del recorrido papal, como en los provinciales, se produjeron numerosísimos casos que requirieron atención médica”, según Clarín. “Policías federales y de la provincia transportaban a los desmayados hasta las ambulancias. Una idea cabal la da una estadística en un solo puesto de Luján, que registró 60 atendidos desde el mediodía hasta las 17, con tres paros cardiorrespiratorios felizmente superados. La mayor parte de los afectados sufrían exceso de frío y deficiente alimentación”.

La UCR y dos miradas sobre Malvinas
El 15 de junio, en los días finales del conflicto, Clarín mostró en su página 9 dos perspectivas diferentes dentro del radicalismo.
El titular del tradicional partido, Carlos Contín, afirmó: “A las Fuerzas Armadas, vencedoras o con un revés en Malvinas, las hemos de recibir en triunfo, porque han recuperado el prestigio del país. Me encuentro con una gran ansiedad y solidario como siempre con mis Fuerzas Armadas en los trágicos acontecimientos de esta hora. Debemos avalar lo que las Fuerzas Armadas hagan, ya que lo importante es que el país se encuentra totalmente unido y eso habrá que aprovecharlo para que este hecho de reivindicación nacional sirva para provecho de la nación”. Mientras que, en un documento repartido a la prensa, el líder de la principal oposición dentro de la misma Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín, declaró que “las Fuerzas Armadas no merecen este destino, pero el pueblo no merece este gobierno que debe irse ya mismo y debe cesar la usurpación del poder. Hoy mismo debe ponerse en marcha un período de transición civil hacia la democracia, porque es hora de escuchar la voz del pueblo, porque esa es la voz de los oficiales y soldados que lucharon en el frente contra el imperialismo, es la de los obreros y productores que soportan la rapiña sin límites de la riqueza del país, es la voz de los intelectuales y estudiantes que vieron destruida la libertad de pensar, es la voz de la inmensa mayoría de los argentinos que no quieren ser más usados y manipulados. Es también la voz de los hombres de las Fuerzas Armadas que han visto comprometida su institución y su misión por el manejo de una minoría dispuesta a todo para aumentar su poder. Se han silenciado los cañones y es hora de escuchar la voz del pueblo. Una voz que ya dice basta. Basta de decadencia, de irracionalidad y de muerte”.

Tres días después, Galtieri dejaba el poder y un año y medio más tarde, Raúl Alfonsín se convertía en el primer presidente argentino desde el retorno a la democracia.

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Crónica calificó como “Argentinazo” al desembarco argentino en Malvinas el mismo 2 de abril, asegurando que ya estaban “recuperadas”. Si bien este trabajo se basó en su mayoría en artículos publicados por Clarín, está claro que la tarea de sembrar optimismo a partir de las actividades de las Fuerzas Armadas nacionales fue llevada a cabo por todos los medios de comunicación. Durante el conflicto, el pueblo llenó la Plaza de Mayo, aplaudió y vitoreó a Leopoldo Galtieri, un presidente que al mando de un país llevaba al frente de combate a jóvenes sin preparación, por una empresa que era, desde el vamos, imposible para las tropas locales. Como vimos, se logró transformar ese panorama en otro muy diferente que mostraba temor en el adversario (que era una conocida potencia militar), emoción con la participación de la ciudadanía en el Fondo Patriótico que fue utilizado para engrosar las arcas militares y no para abastecer a los soldados que, según las palabras televisadas de nuestras autoridades, “estaban mejor que en casa”. A 38 años y con los resultados a la vista, comprendemos que la realidad era otra y cada vez que evocamos el conflicto de Malvinas recordamos el hambre y la intemperie a la que fueron sometidas las tropas argentinas y de las que hoy sí tenemos conocimiento.
El decir asegura que “a las palabras se las lleva el viento”, al tiempo que la experiencia de quien consume medios de comunicación acerca la idea de que estos se acomodarán nuevamente a otros intereses, sin importar que fueran contrarios a los que tenían poco tiempo antes o que el discurso que hayan esgrimido años atrás fuera otro.
Estas páginas intentan recordar aquellos tiempos y volcar al papel la realidad que se contaba entonces, la reacción del pueblo y la manera en que un gobierno logró sostener una absurda y desigual guerra durante más de dos meses. Cuesta creer que de otra manera, pudiera obtener tal apoyo popular para enviar tantos jóvenes a una derrota segura.

Fuentes consultadas
(1)
https://www.youtube.com/watch?v=DWkl66K5SdA
“Los soldados volverán con unos kilos de más”, palabras del general Gerardo Núñez. Subido el 28 de octubre de 2015, por el usuario Archivo Prisma.

(2)
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-190947-2012-04-02.html
“Frío y hambre en las islas”. Por Laura Vales. Publicado en Página/12, el 2 de abril de 2012.

(3)
http://www.lanacion.com.ar/1238406-enrique-oliva-un-periodista-de-novela
“Enrique Oliva, un periodista de novela”. Publicado, sin firma, en La Nación el 1 de marzo de 2010.

(4)
https://www.lacapital.com.ar/politica/nunca-se-dijo-la-verdadera-cantidad-muertos-argentinos-que-hubo-la-guerra-malvinas-n436613.html
“Nunca se dijo la verdadera cantidad de muertos argentinos que hubo en la guerra de Malvinas”. Publicado, sin firma, en La Capital el 1 de abril de 2013.

(5)
http://edant.clarin.com/suplementos/zona/2005/04/03/z-950123.htm
“El oro de Malvinas: cómo se esfumó la mayor colecta de la historia argentina”. Por Pablo Calvo. Publicado en Clarín el 3 de abril de 2005.

(6)
https://es.wikipedia.org/wiki/Festival_de_la_Solidaridad_Latinoamericana
Artículo sobre el desarrollo del Festival de la Solidaridad Latinoamericana