Crónica Andrés Birman
Con un doblete en Groove, el sexteto post-punk se presentó luego de 12 años y repasó temas de todos sus discos.
“Si en aquel entonces, les decías a los Cienfuegos -que metían 62 personas en el Showcenter de Haedo- que en 2019 iba a pasar esto, no sólo se te reían en la cara, sino que también se hubieran ofendido”, dijo Sergio Rotman parado frente al segundo Groove lleno para el regreso del grupo, tras doce años de ausencia.
La del noventa fue una década muy distinta: afiches pegados con engrudo, noches larguísimas y sótanos en malas condiciones fueron parte del ritual de cada fin de semana. “Todo aquello suena muy romántico, pero yo prefiero estar acá”, reconoció el ex saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, esta vez desde el centro del escenario.
La convocatoria para este doblete de viernes y sábado parece encontrar explicaciones en el boca a boca, en la herencia del gusto musical, en la recomendación y en una imagen que creció con el paso del tiempo. A veinte años exactos de la edición del último material de estudio (“Hacia el cosmos”), Cienfuegos no dejó de ser una banda de culto, pero envejeció bien y representa el último vestigio de una escuela muy diferente a la actual.
Es por eso que 1600 espectadores, algunos nostálgicos y otros que jamás habían visto a la agrupación, esperaban ansiosos en el recinto de Palermo.
Durante la previa, hubo quienes se probaban las remeras especialmente fabricadas para la ocasión y aquellos que buscaban la manera menos incómoda de proteger una de las 250 copias (repartidas en mitad por noche) de la reedición en vinilo de “20 comprimidos” (1997), el álbum debut.
Fue justamente la primera placa a la que el ahora sexteto recurrió para revisitar su obra en un recital que no daría respiro. Apenas abierto el telón, “Llega el dolor” desató un pogo incontrolable, que no bajaría su fuerza durante hora y media, seguida de “Te fuiste” -en la voz del bajista Martín Aloé– y “la primera canción que sonó en nuestro primer ensayo”: “Moonage daydream”, de David Bowie. Pronto, quién se haría cargo de las voces sería uno de los guitarristas, Gigio González, para interpretar “Malambo y el fantasma” y “Celoso”.
La convocatoria para este doblete de viernes y sábado parece encontrar explicaciones en el boca a boca, en la herencia del gusto musical, en la recomendación y en una imagen que creció con el paso del tiempo. A veinte años exactos de la edición del último material de estudio (“Hacia el cosmos”), Cienfuegos no dejó de ser una banda de culto, pero envejeció bien y representa el último vestigio de una escuela muy diferente a la actual.
Es por eso que 1600 espectadores, algunos nostálgicos y otros que jamás habían visto a la agrupación, esperaban ansiosos en el recinto de Palermo.
Durante la previa, hubo quienes se probaban las remeras especialmente fabricadas para la ocasión y aquellos que buscaban la manera menos incómoda de proteger una de las 250 copias (repartidas en mitad por noche) de la reedición en vinilo de “20 comprimidos” (1997), el álbum debut.
Fue justamente la primera placa a la que el ahora sexteto recurrió para revisitar su obra en un recital que no daría respiro. Apenas abierto el telón, “Llega el dolor” desató un pogo incontrolable, que no bajaría su fuerza durante hora y media, seguida de “Te fuiste” -en la voz del bajista Martín Aloé– y “la primera canción que sonó en nuestro primer ensayo”: “Moonage daydream”, de David Bowie. Pronto, quién se haría cargo de las voces sería uno de los guitarristas, Gigio González, para interpretar “Malambo y el fantasma” y “Celoso”.
El segundo tramo tuvo sobre las tablas a Pedro Naimogín, autor de los versos que abren “NS/NC” (1998), para recitar la particular introducción. Lo que siguió fue uno de los momentos más festejados: ese gran tema que es “El mundo es tuyo”, cantado a grito pelado. El bloque continuó con “Soñar, soñar”, “Querés saber lo que es estar muerto”, la versión de “Once in a lifetime” (de los Talking Heads), “Corazón morado” y “La colina”.
Ya había pasado más de media lista, cuando “la banda que no existe” promediaba su set con “Hacia el cosmos” y arremetía con “Desierto”, “La vida dura sólo un segundo”, “Alimentándome del sol”, “Para mí que no estás bien” y “MHL / Doctor Li / Felicidad”. A esta altura, Groove era un hervidero de cuerpos sudados, gente paseándose por encima de otra gente en el mosh y, sobre todo, rostros felices.
Ya había pasado más de media lista, cuando “la banda que no existe” promediaba su set con “Hacia el cosmos” y arremetía con “Desierto”, “La vida dura sólo un segundo”, “Alimentándome del sol”, “Para mí que no estás bien” y “MHL / Doctor Li / Felicidad”. A esta altura, Groove era un hervidero de cuerpos sudados, gente paseándose por encima de otra gente en el mosh y, sobre todo, rostros felices.
Después de un breve intervalo, llegaron los bises. El primero fue “Sombras de la noche”, la canción que apaga el disco en vivo “Veinticincoseisdosmilcuatro”(2005). “Love Will tear us apart”, de Joy Division, terminó de delinear las influencias de Cienfuegos, mientras que el cierre definitivo quedó para dos de las más esperadas: “Deja que te diga” (cantada por el guitarrista Hernán Bazzano) y “La eternidad”, que significaron el mejor final para un público que parecía no poder pedir más y que tardaría mucho en abandonar la sala, como negándose a la posibilidad de que lo que acababa de ver pudiera no repetirse.
Minutos antes, Rotman contó que “esta fue la última vez” e, intentando reafirmar sus dichos, disparó: “Nos veremos en el siglo XXXVII”. Años atrás, los protagonistas repitieron infinidad de veces que no habría posibilidad de regreso. Sin embargo, tras muchas conversaciones, se reunieron; al parecer, sólo por este fin de semana. Los que tuvieron la fortuna de asistir a Groove esperarán que se rompan los pronósticos y que los planetas vuelvan a alinearse, y así poder ver nuevamente en acción a este explosivo combo. Para amenizar el rato, hay a disposición un puñado de discos memorables, inconseguibles, pero subidos a Youtube. También queda tiempo para agigantar la figura de una de las bandas más interesantes de los años noventa.