El músico presentará su cuarto disco este viernes en San Telmo, con protocolo y capacidad limitada. En diálogo con Circo Romano habló del show y su proyecto gastronómico. Además profundizó sobre el significado de algunas letras.

Este viernes Edu Schmidt volverá a tocar en Capital Federal después de un año. El multiinstrumentista se prepara para brindar un show en la Fundación Mercedes Sosa, tras el parate al que obligó el avance del coronavirus.

El ex Árbol, lejos de quedarse quieto, redobló la apuesta y exploró en otra faceta que decidió fusionar con su carrera solista: la cocina tradicional judía. Y apenas editó su disco Croto -sucesor de El silencio es salud, Chocho y Loco– lanzó también Shleper, el proyecto gastronómico que desarrolla y formará parte de la presentación.  

Esta semana Circo Romano Radio habló con él sobre este año raro que pasó, el reencuentro con el público, sus nuevas canciones y los proyectos para 2021.

– ¿Cómo atravesaste este proceso que obligó a los músicos a interrumpir la actividad?
– Me puse a hacer dos cosas: cocinar y dar clases. Cocinar siempre me gustó y cuando salió el disco decidimos promoverlo enviando algunas vianditas de comida tradicional judía, que es algo que sé hacer y diferente a lo que los periodistas están acostumbrados a recibir. Eso empujó a que termine siendo un proyecto gastronómico que se llama Shleper, que significa croto en idish, un idioma que ya no se usa más. Si bien era más trabajoso estar en la cocina, me daba mucha satisfacción y me permitía crecer. Entonces di menos clases y derivé algunos alumnos a otros profesores. Volví a entrar al estudio recién en la preparación del streaming, para repasar los temas, así que prácticamente no tuve actividad musical. Pensé que iba a componer un montón, pero mi motor es girar y tocar en vivo. Y la verdad es que al estar eso frenado, no sentí que me picara mucho ese bichito. Colgamos el streaming en la web, para que todos lo puedan ver. Y después sí participé con algunas canciones en movidas solidarias.

– ¿Habrá comida de Shleper en la Fundación Mercedes Sosa?
– Algo vamos a convidar y también va a estar el puestito para que, después de probarlo, si quieren comprarse un menú más grande lo puedan hacer. Estamos organizando todo en función del espacio, pero la idea es que haya falafel, pastrón, pletzalej; tres o cuatro de los platos que hacemos. Que la gente vaya dispuesta a escuchar y comer al mismo tiempo. Va a ser una presentación del disco y de la gastronomía. Un poco como fue el streaming, que el público podía pedir comida y se la mandábamos con una motito, pero presencial y en un lugar al aire libre, muy cuidado el protocolo y con capacidad para cien personas. Por suerte ya vimos que el clima se espera que esté buenísimo, así que será una fiesta con muchos músicos invitados.


– Vas a presentar Croto, tu cuarto disco. Lo publicaste apenas arrancó la cuarentena.
– Cuando nos agarró la cuarentena me faltaba mezclar una canción. Al principio pasaba que no sólo se caían los shows, sino que tampoco me iba a poner a hacer temas nuevos si tenía un disco con canciones nuevas que no podía sacar. En cuanto Álvaro Villagra -que es el ingeniero- pudo salir de la casa para el estudio, se disparó todo. Ahí fusioné lo musical con lo gastronómico y arrancó un poco la marcha.

– Si bien tu discografía es pareja, el sonido todavía está más logrado esta vez. El mensaje es directo y por momentos hay algo simple en el clima de algunas canciones.
– Mi característica es que un poco los opuestos se juntan. Siento que mis canciones tienen una complejidad, pero al mismo tiempo son simples. Admiten distintas lecturas, por eso le pueden gustar a un nene de cuatro años y a una persona de más de ochenta. Fuimos encontrando el sonido, es el tercero que trabajo con Álvaro y el audio tiene que ver con eso. Por eso me gusta nombrar a Chocho, Loco y Croto como una trilogía. En mi segundo disco me di cuenta de un modo de laburo que es muy mío: trabajo mucho en solitario y después con la banda para lo que es un poco más rockero. También hay músicos de todos lados que me mandan opciones; un pianito o una guitarra. Algunas cosas las uso y ese collage da el total del tema. Y como las canciones son diferentes entre sí, creo que el resultado es interesante y variado. Yo, que soy bastante difícil de convencer con lo que hago, coincido con lo que decís. Estoy muy contento con el resultado.

– Hablemos de algunos temas. En “La mitad” cantás que sos “una mueca de barro que mira asustado en lo que me convertí”. Ya en “Cemento” (de Loco) había cierta nostalgia, en ese caso con respecto a la escena musical. ¿Sos de volver mucho al pasado?
– No en el sentido de pensar que todo tiempo pasado fue mejor, que es una frase un poco retrógrada. En “Cemento” hay una nostalgia real y otra un poco sobreactuada, que tiene que ver con el tanguero medio llorón, “¿por qué te fuiste, mamá?” y todo eso. Obviamente que extraño las épocas de Cemento, cosas de mis primeros años como músico, cosas de cuando estuve en Árbol, cosas de cuando tocaba en orquestas. También cosas de cuando no era músico y cosas de cuando era nenito. Pero eso nos pasa un poco a todos. La historia de “La mitad” es medio autobiográfica, porque uno siente que ya no tiene la misma energía y al mismo tiempo habla de una persona que no está muy conforme con su situación. A mí en lo particular no me pasa eso. No estoy tan a full, tan nervioso u obse con algunas cosas, pero quizá esté haciendo más cosas que antes: saco discos, produzco, doy talleres, cocino y tengo mis proyectos personales. En la cuarentena nos juntamos con mi novia y con sus hijos, armamos en la casa una especie de familia, que para mí es un poco nuevo. Capaz de pibe estaba obsesionado con hacer las mejores canciones del mundo y no existía lo demás. Estoy contento con mi actualidad. La energía se transforma y muta, pero hoy antes de dormir voy a volver a escuchar la letra de “La mitad”.

– En “Colesterol” contás que a veces te gusta “estar nadando en la oscuridad y disfrutar del temporal».
– Uno por naturaleza desconfía un poco de aquello en lo que todos están de acuerdo, ¿viste? Cuando toda la gente coincide en algo, siento que hay alguna cosa extraña detrás. Ese estribillo antes de esa frase dice “¿quién dijo que hay que brillar como una estrella fugaz? ¿quién dijo que hay que reir como un payaso y seguir?”. Parece que está de moda ser de una forma, que si no sos gracioso sos aburrido. Por ahí sólo es que a ellos no les causa gracia tu humor. Hoy fui a una radio que escucha un montón de gente, publicaron que estaba tocando “El fantasma” y la gente del programa estaba super emocionada. Pero por ahí abajo había algún comentario que decía “qué aburrido este chabón”. Bueno, qué sé yo, por ahí no es divertido para todos lo mismo. Esas fotos en las que salen todos lindos, brillantes y pasándola bien obviamente no coinciden con la vida. La vida en general es lucha, hay muchas cosas que son una porquería y que nos pasan. Desconfío un poco de, como dicen ahora, lo hegemónico. De la belleza que tienen que tener, la inteligencia que tienen que tener, lo políticamente correcto. Prefiero estar del otro lado. Pareciera que la alegría fuese un sentimiento más noble que la tristeza, como si llorar no fuera importante para las personas también. Por algo lloramos, se ve que es necesario.

– Hay también un homenaje a Atahualpa Yupanqui, que tuvo mucha aceptación en las redes sociales.
– A mí lo que me flasheó de él fue una frase que escuché en un documental, en la que decía que el sonido del acorde que toca en una guitarra es el canto de todos los pájaros que estaban sobre la madera del árbol con el que se hizo el instrumento. Hasta hace la cuenta calculando cuántos años vive un árbol, cuántos pájaros cantarán por día y cuántos entran en un mi mayor. Con esa mirada ancestral y tan sabia logra que vos entiendas la música desde un lugar universal, cósmico, distinto. Termina siendo un homenaje a él, pero más que nada a ese concepto, no es que yo escucho a Atahualpa todos los días. Ya la sola mención de su nombre y algunos de sus conceptos si sirven para que algún pibe escuche su obra, está buenísimo.

– Volviendo a la presentación de este viernes, ¿cómo se dio la posibilidad?
– Me llamó Araceli (nieta de Mercedes Sosa), que es quien hoy dirige la fundación. Y le dije que sí de una. A ella la conocí en un homenaje a La Negra en el Konex, al que fuimos a hacer una entrevista en un programa de televisión. Fuera del aire, hablando de la abuela me largué a llorar. Yo no sabía que me iba a emocionar tanto. Ahí me di cuenta de lo importante que era ella y del laburo de Araceli. Me decís cualquier cosa que tenga que ver con Mercedes o con León y yo estoy. No es sólo ir a ver un show y comer, es un espacio muy importante con la presencia de Mercedes. La cultura de este país no sería la misma sin ella.

– ¿Qué otros planes tenés para 2021? ¿Iniciar una gira es una posibilidad?
– Quiero salir a girar con el disco y Shleper, pero cuando estemos muchos vacunados. En el verano me invitaron de un par de lugares que yo sabía que iban a ser muy cuidadosos con el protocolo y pude hacer tres o cuatro fechas. Ahora nos siguen llamando, pero estoy pensando en una por mes. Podría salir a dar vueltas por todos lados, pero sigue siendo peligroso. Así que lo haremos más adelante. Creo que como mecanismo de defensa un poco estamos olvidándonos del cuidado, pero el virus todavía está ganando.

Edu Schmidt | Viernes 12 de marzo, a las 21
Fundación Mercedes Sosa | Humberto Primo 378, San Telmo
Entradas disponibles en http://www.alternativateatral.com/obra74300-edu-schmidt