Durante los últimos días se hizo fuerte una campaña en redes sociales promovida por la Asociación Civil de Managers Musicales Argentinos (ACMMA), bajo el lema #SalvemosLaMúsicaEnVivo.

La agrupación surgió hace cuatro años y tiene el objetivo de poner en valor la Industria de la Música y equipararla con otras industrias culturales del país.

Con la pandemia, la actividad se vio seriamente afectada. Y, si bien al avanzar los meses se permitió lentamente el retorno a los conciertos en vivo -con capacidades muy limitadas-, desde el sector afirman que la situación para todos los eslabones de esta cadena sigue siendo crítica.
Por eso, aunque reconocen que el Ministerio de Cultura de la Nación atendió los pedidos, llaman a una mesa de diálogo y planificación conjunta para poder resolver los problemas de una industria que fue la primera en parar y será la última en regresar.

En el programa del miércoles charlamos con Alejandro Varela, miembro de ACMMA, que es parte del equipo de trabajo de Los Nocheros.

– ¿Qué nos podés ampliar de la campaña que se vio en las redes durante los últimos días?
– Tiene que ver con concientizar sobre la situación de la industria, que ya venía bastante golpeada antes de la pandemia. Porque cuando empiezan las crisis económicas, normalmente, lo que la gente elimina de sus gastos es el entretenimiento. Esta pequeña reactivación que sucede a partir de la apertura de algunos lugares con capacidades muy reducidas más que ayudar está complicándonos. Sumado a los costos de producción y sanitarios, las normas no siempre son claras: hay mucha disparidad de criterios entre los distintos municipios. Entonces la verdad es que prácticamente el 70% del sector sigue parado porque no están dadas las condiciones. Y así y todo, básicamente alcanza para mantener la cadena de valor de la música. El negocio no se basa únicamente en el artista que sube al escenario. Hay un montón de gente involucrada en la industria de la música en vivo, hay asistentes, técnicos, diseñadores, fotógrafos, conductores de festivales. Tenemos relevados que, en tiempos normales, somos casi 500 mil trabajadores a nivel nacional.

– Otro gran problema es cómo mantener los lugares para desarrollar shows.
– El momento es crítico. Se está terminando el verano, que parecía una ventana posible para trabajar. Ahora tenemos la preocupación de cuando empecemos a no poder dar shows al aire libre qué va a pasar. Esto es un grito desesperado para poder sentarnos con quien corresponda, porque la industria de verdad la está pasando mal. En Córdoba cerró un estadio emblemático para diez mil personas, como lo era el Orfeo. En Buenos Aires pasó lo mismo con Notorius; un bar de jazz con 40 años de historia. El mundo del tango depende del turismo, creo que la mayoría de sus locales puede terminar cerrando. Es muchísima la gente que está sin trabajo. Hay actividad, le pedimos a la gente que dentro de lo posible asista, que es seguro, que no sienta temor. Hay un montón de gente que nos alegra la vida con una canción y está necesitada.   

– ¿Qué medidas pueden ayudar a afrontar la crisis?
– Queremos sentarnos en una mesa de trabajo entre varios sectores, hacer un plan a mediano y largo plazo porque este daño va a durar mucho. Lo primero es tener racionalidad y sentido común con el tema de las capacidades. El lunes se aprobó ampliarlas, pero está mal hecho. Vos vas a leer por ahí que se puede hasta dos mil personas. Pero para convocar a esa gente necesitás una hectárea, una cancha de fútbol. En estas nuevas normas quedaron afuera los locales de baile clase c, entonces no pueden abrir Vorterix, Groove, Niceto y todo ese tipo de lugares. Y no tiene sentido, porque podrían funcionar para, según nuestros cálculos, hasta 600 espectadores en el caso de los más grandes. Es ridículo pretender que el Luna Park abra sólo para 500 personas. A veces no se entiende la problemática del sector y se toman medidas que no ayudan. Llamamos a que haya cierta lógica y coherencia. Por ejemplo, en Tandil autorizan 150 personas en un teatro. Y en un anfiteatro que tiene capacidad para diez mil, también 150. Podrían hacerse shows para 1500 y con todas las medidas de seguridad. Porque también queremos contar que desde diciembre estamos tocando y no hay un solo caso confirmado de contagio adentro de un recital. Se está produciendo con medidas muy contundentes. Casi no hubo casos de artistas tampoco. Y todavía hay muchos municipios que no han habilitado la actividad.

– ¿Se recibió algún tipo de subsidio durante este tiempo?
– Es un sector que casi no tuvo acceso al IFE u otros planes del gobierno. Somos trabajadores muy atípicos y terminamos sin encuadrar. Y nuestra carga impositiva es demoledora. Es la industria cultural que más impuestos paga y el panorama es muy fulero. Se trata de sentarse y tener una planificación a mediano y largo plazo, porque todo lo que está pasando dejará una industria devastada. Ponele que mañana nos digan: “Bueno, listo, pasó la crisis, nos vacunamos todos, se puede trabajar”, queda toda la industria, en muchos casos, endeudadísima. Muchos tuvimos que tomar créditos para sostener nuestras estructuras. Es un sector que casi no despidió gente y trató de mantenerse pensando en que en el verano podía reactivarse. Va pasando el tiempo y la situación es cada vez peor. Se paró antes que nadie. El 10 de marzo de 2020 ya estábamos no pudiendo hacer shows y en términos reales seremos los últimos en reactivar.      

– ¿Hay algún indicio que permita vislumbrar esa mesa de diálogo como algo pronto a realizarse?
– Esperemos que sí. Tuvimos un montón de reuniones y de verdad sentimos que no se termina de dimensionar lo que pasa y cuánta gente queda afectada. Doce meses es mucho tiempo sin trabajar y sin tener ningún tipo de apoyo real. Es muy complejo, porque tampoco se trata de decir “resuélvanmelo”, uno entiende que es muy difícil hacer salvataje para todos los sectores. Estamos en crisis y cada uno desde su lugar puede hacer algo. Las radios si pasan más música nacional ayudan. La sociedad si consume más música nuestra ayuda también. Todos pueden aportar un granito de arena y entender que es más grave de lo que parece. Todavía no recuperamos una media razonable para poder subsistir.

– En su momento, la industria comenzó a moverse con el streaming. ¿Fue una herramienta redituable?
– Es un negocio que en verano no funciona, porque la gente ahora que puede salir un poquito elige tomar una cerveza y no quedarse en la casa. El formato lo que tiene es que no te da continuidad, la vida de un músico es salir a trabajar todos los fines de semana a lo largo de todo el país. El streaming te da la universalidad de llegar a todos lados, pero no podés hacer más de uno. En su momento ayudó y en algunos casos fue relativamente rentable. Sobre todo porque una de las problemáticas más grandes, entre tantas, es el costo de los traslados. Este es un país que en un año duplicó el costo del combustible. Ese ítem te hace casi inevitable estar en gira. Entonces viajar y tocar para 300 personas no te hace el número.  

– Con las limitaciones actuales, se hace difícil mantener precios accesibles para las entradas también.
– Está todo reducido a un muy pequeño grupo de artistas que puede cobrar una entrada cara, que es la única manera hoy. La situación lleva a que la música deje de estar al alcance de la gente y parte del problema es que nos estamos convirtiendo en una industria elitista, porque a las habilitaciones de hoy tenés que cobrar una entrada que deja a muchísima gente afuera de esa posibilidad. Un artista popular no puede cobrar ese precio, porque buena parte del público no lo puede pagar. Nadie está pensando en cómo resolver el problema y eso es a lo que invitamos hoy. Esto es cultura y un país no puede vivir sin ella. Casi todos los que trabajamos en esto tenemos un nivel de entrega pasional y somos gestores culturales. Ahí están la historia y los porqué de un país. Yo siempre digo que cultura viene de cultivar, que hay algo que si no lo cultivás se pierde de a poco. Y después suceden las cosas que suceden cuando un país entra en una degradación cultural como pasa en Argentina desde hace muchos años porque no hay políticas para el sector.