Mucho antes de que la Costa Atlántica se convirtiera en uno de los principales destinos turísticos de la provincia de Buenos Aires, otros balnearios atraían al público en general y también a las clases aristocráticas del país. Villa Epecuén fue uno de ellos, que ya desde la época de los pueblos originarios llamaba la atención por sus aguas termales similares a las del Mar Muerto, cuyos beneficios cuentan con un reconocimiento formal de la Organización Mundial de la Salud.

Su desarrollo empezó en 1899 con la llegada del tren a la ciudad vecina Carhué (cabecera del partido de Adolfo Alsina) y la instalación de múltiples comercios y servicios, que todavía abundan en la actualidad. Pero el furor llegó de la mano del aval médico y científico por parte de una comisión de la Gobernación bonaerense, lo cual fue acompañado por la construcción de un balneario en las orillas del Lago Epecuén y el nacimiento del pueblo a sus alrededores.

Para la década de 1970, cada temporada llegaban más de 25 mil turistas que tenían acceso a 6 mil plazas hoteleras y 250 comercios, mientras que había unos 1200 residentes. El problema fue que semejante intervención en el entorno y las pocas tareas para mitigarla, las cuales encima quedaron inconclusas cuando irrumpió la última dictadura, generaron que el notable crecimiento de las aguas rompiera las defensas de la Villa y ocasionara una inundación que se extendió por décadas.

Te invitamos a escuchar la historia completa de Villa Epecuén en la columna Usos y Costumbres, donde también dejamos varias ideas para ahorrar a la hora de organizar el viaje:

Fotos: Secretaría de Turismo de Adolfo Alsina